La iluminación es un elemento esencial en el diseño de una cocina. Tan importante es que nos ayude a que esta sea funcional, como que cambie adaptándose a las diferentes situaciones que pueden surgir en nuestro día a día en una cocina. Pongamos un ejemplo, no puede ser la misma luz, la que tengamos cuando preparamos una cena con amigos en casa, como aquella que utilizamos cuando tomamos un café y leemos el periódico mientras tomamos un café recién levantados.
Para ello, dividimos la iluminación en tres tipos:
Funcional: proporciona una luz concentrada dirigida sobre una superficie definida, por ejemplo la encimera, fregadero o placa de cocción. La iluminación con focos concentra la luz y la atención sobre lugares concretos de la habitación y esto nos ayuda a cocinar de forma cómoda y segura ¡será el espacio favorito del chef!
Ambiental: sirve para crear una atmósfera general agradable en la habitación y ayuda a iluminar una zona determinada. Puede ser, por ejemplo, una lámpara de techo en la isla, la iluminación de una vitrina u objeto determinado o un aplique de pared que irradie una luz fascinante.
General: tiene el objetivo de crear una luz uniforme en toda la habitación. Por ejemplo, con lámparas de techo situadas muy arriba, luces empotradas o plafones de techo con los que lograrás que tu cocina brille por su calidez.