El blanco y la madera son una acertada decisión para cualquier cocina, son la pareja perfecta y combinan estupendamente con cualquier acabado o elemento decorativo de su entorno.
La madera le aporta calidez, confort, naturalidad y elegancia al blanco y el éste último favorece al aporte de luminosidad, amplitud, frescura y aligera el peso que tiene la madera.
Ambos forman una cocina perfectamente equilibrada, con presencia del minimalismo y un toque rústico, resultando en un proyecto de interiorismo que no pasará de moda y que será 100% personalizable a tu gusto.
En cuanto a los materiales a utilizar, nos podemos encontrar en este tipo de cocinas, verás desde los estratificados, pasando por diferentes laminados, hasta lacados brillantes o mates, en el caso de los blancos.
Los tonos recomendados para la madera son los medios como el roble, olmo, nogal, castaño… Prácticamente el que quieras dentro de esta gama de colores neutros. No te vayas a los extremos, mantén un equilibrio que garantice la armonía en tus ambientes.
La madera puede ser utilizada en la encimera, en los muebles, en una barra, en la mesa o como pavimento. Sus utilidades son casi infinitas y muy agradecidas, ya que llenan de clase cualquier ambiente que vistan.